InicioCrónicas de conciertosCRÓNICA DE RUBÉN POZO Y DESVARIADOS EN MADRID

CRÓNICA DE RUBÉN POZO Y DESVARIADOS EN MADRID

El pasado viernes 13 de Abril la sala Cool Stage se preparaba para recibir a uno de los grandes del rock & Roll de nuestro país, Rubén Pozo, quien tras su gran éxito con Pereza, desarrolla una carrera en solitario con fans incondicionales.

Teloneaban Desvariados, y saltaron a una sala en un principio vacía pero que fue llenándose poco a poco. «Somos Desvariados, y hemos venido a hacer rock&roll». Precisamente ahora están procurándose dar a conocer en más lugares de España y esta será una de las pocas citas que tengamos en Madrid, todo un gustazo por sus temas enérgicos y una muy buena puesta en escena. «Gente inteligente» fue el primer plato fuerte, con «Camina solo» la sala casi estaba al repleto, y terminaron por reventarlo con «Mamá, me quiere matar». Este tema cuenta ya con gran cantidad de visitas en youtube, y resume bastante bien la esencia del grupo, con un videoclip muy original que no deja impasible a nadie y en que personifican al rockandroll.

Tras el concierto pude hablar con el guitarrista de la banda, que afirmaba haber estado muy a gusto durante el directo, a pesar de que siempre, decía, era más difícil ganarse al público teloneando. Están todos muy emocionados con la gira en que están inmersos, y motivados de seguir llevando su rockandroll por toda España.

En su fin de gira, «Café Caimán», se notan las tablas en escena, en «Escúpeme» por ejemplo, cantante y solista ejecutan un solo al mismo tiempo que anima al público. Por otro lado los comentarios entre canciones eran escasos y casi se limitaban a mencionar rock&roll. La estética era cuidada, más surfera por parte del cantante y el arquetipo más clásico por parte del bajista.. Alberto San Martín, a la guitarra solista, empezó algo frío en cuanto a show, y poco a poco se vino arriba, saltando desde la zona de la batería, interaccionando con el cantante.

Con música épica de fondo salta nuestro querido Rubén Pozo al escenario, la sala se llena de aplausos, y él saluda con su aspecto aparentemente descuidado y el pelo revuelto. Comienzan con Habrá que vivir, calentando una sala que ya habían dejado animada de por sí Desvariados, con un excelente teloneo.

Se puede ver claramente desde el inicio como el fan de Rubén Pozo es cercano, y durante todo el concierto podemos ver a sus seguidores incondicionales, cantando hasta la última nota. «Caperucita feroz» es la siguiente en presentarse, un rock de garito, de los de toda la vida pero con su toque propio.

Después de «Te invoco» y «Pop para niñas, Chavalita» es uno de los hitos de la noche, sin duda la gente la ha hecho suya y ya es uno de los himnos de este madrileño nacido en Barcelona de 42 años.

El bolo sigue hacia arriba, se nota su experiencia en el escenario y sobre todo su naturalidad. Habla cuando le da la gana y se nota que no es preparado, dice lo que surge.. y así vienen «Todo p´alante», «Santa Rita», «Saliendo de la estupefacción», y por fín «Matar al cartero», una de mis favoritas. Y también pareció serlo del público, pues se escuchaba más el canto de los fans que el suyo, tanto fue así que nos puso el micro, y terminó bromeando con que íbamos a quitarle el curro. Toda la sala coreaba su nombre. Así que en la cumbre del concierto Rubén pide al técnico de luces que nos alumbre con los focos, que se quiere acordar de nuestras caras.

Continúan con «Algo que decirle al mundo». Me es imposible no relacionar este tema con su época de Pereza, “el sueño de rock and Roll de una noche de verano”. Y cambia de instrumento para tocar «Chatarrero», una canción divertidísima en directo. A esto le sigue «Nada más», y «La pegatina», en la que hecho algo en falta el bailecito del videoclip.

Entonces nos presenta al primer invitado de la noche: Lichis, con mucha humildad y comentando que ojalá algún día haga una canción la mitad de buena que cualquiera de las suyas (Ya será para menos Rubén…) en el escenario se nota la amistad de ambos, y la complicidad mientras tocan un par de canciones, entre ellas «El hombre de los tics raros» de Lichis. No puedo dejar de fijarme en que aunque el vestuario sea aparentemente descuidado, Lichis aparece vestido con los colores inversos (rojo y negro), a los de la chaqueta y camiseta de Rubén. Estos detalles de colores siempre son agradables en directo pues crean atmósfera, que al final es de lo que se trata, acompañar la buena música con un buen show. Quizá el único fallo musical visible en el escenario fue entre las dos canciones que tocó con su primera colaboración, con una entrada del batería que luego tuvieron que hablar entre ellos y en susurros.

Toca la «Chica de la curva«, y aprovecha este subidón en el público para presentar a sus colegas de escenario, Angel, Manu y ¨Mr¨ Simon a la batería, de nuevo con cariño y naturalidad. También presenta a los técnicos, a su manager, y muchos más nombres de personas a las que está agradecido. Debió ser por este punto cuando además de hacer algún solo de armónica, comentó como sus compañeros de oficio se quejaban a veces de que la gente estaba en los conciertos con el móvil. Desde su punto de vista no estaba mal echar unas fotos y no le importaban. El discurso se prolonga y le vemos con algo de problemas para salir de él, que sí estamos en la época de la prohibición… un montón de ideas pero ninguna desarrollada (no pidamos tanto, hemos ido a escuchar rock&roll). Nos habla de que uno de sus grandes miedos es decir cosas sin pensarlas y que luego le critiquen por ello, y se valora el gesto de un artista mostrando su vulnerabilidad en público.

De nuevo otro invitado, Isma Romero, cuya tardanza Rubén aprovecha para preguntar humorísticamente si estará potando agarrado a la taza del water… Además cita un par de frases de Rajoy, se nota que ya está suelto del todo y pone de manifiesto su espontaneidad sin miedo alguno.

Con guitarra española empieza a despedirse, se escuchan elogios, y dice que echa de menos la salas más pequeñas en que puede responder a las frases y estímulos que le llegan. El último invitado es Victor Pescador como guitarrista. Rubén acaba con «Tonto de tanto», después de un gran concierto en que los espectadores seguían pidiendo más y más.

Crónica por: Gisme
Fotos por: Luis Miguel del Campo

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