Con los nuevos tiempos, y la nueva normalidad, una Riviera llena acogió en un concierto histórico para la banda que desde luego deja unos recuerdos imborrables en las mentes de todos los que tuvimos la suerte de estar presentes. Cumpliendo nada menos que diez años, y por primera vez en España, Madrid fue testigo de un despliegue de medios y sobretodo de increíble destreza y calidad musical que solo habíamos podido escuchar en grabaciones, The Dead South compartía con nosotros ese espíritu que solo el buen folk-bluegrass, reinterpretado y modernizado, puede transmitir.
La noche comenzaba fuerte con la actuación de Elliot Brood unos teloneros de categoría, que lejos de solo abrir boca, demostraron un sonido cuidado y potente que nos preparaba el camino sembrando de sonrisas y caras felices a un público entregado que si bien quizás no conocía tanto su música, quedó encantado y seguramente pasó a ser compañero inseparable de The Dead South en las listas de reproducción de todos, como lo son ahora en las mías.
Un breve descanso, marcado por una gran organización y preparación nos condujo al esperado momento en el que las vidrieras con los logos de los cuatro grandes artistas se encendían. El espectacular juego de luces, los faroles tan característicos y por supuesto «Diamond Ring» como primera canción. Un aplauso atronador inundando la sala marcaba el final del primer tema y el inicio de lo que seria un concierto fluido y magistralmente interpretado.
Con un setlist completo que recorría la mayor parte de sus tres trabajos «Good Company», «Illusion & Doubt» y «Sugar & joy», el cuarteto compuesto por Nate Hilts, Colton Crawford, Scott Pringle y Danny Kenyon , demostró que no solo ya llevan unos buenos diez años tocando juntos, sino que también han estado gran parte de los mismos sobre un escenario y en directo. Disfrutando de su sonido, escenificando cada canción y sin un solo tono fuera de lugar fueron poco a poco llegando a uno de los momentos clave de su directo. Al sonar los primeros compases de «Bastard Son» el publico, que ya estaba completamente inmerso en la experiencia, coreaba cada verso y cada nota sostenida por Scott.
Tras ese momento de euforia y ritmo, tocaba un poco de relax y calidad, sonaba «In Hell I’ll Be In Good Company», uno de los emblema de la banda, cuyo icónico videoclip al ser regrabada en 2018 les hizo dar un paso más y abrirse a mayor cantidad de público.
Para acabar, con el clásico parón y tras volver ovacionados al escenario, interpretaron su versión bluegrass de la canción popular «You Are My Sunshine», para deleite de aquellos que no se sabían las letras y esta vez podían corear con todos tan reconocida canción.
En resumen una noche espectacular, un escenario inmejorable con un trabajo de iluminación que ya querrían desplegar grupos con mucho mas presupuesto y por supuesto y lo mas importante unos MÚSICOS con mayúsculas que por primera vez hicieron las delicias de los madrileños. Les esperamos cuanto antes mejor de vuelta a nuestras salas con los brazos abiertos.
Crónica por: Adrián P. Gurich
Fotos por: Irene Lisón
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