Yo de mayor quiero ser Kiko Veneno. Y no me refiero a tener el sueño de tocar música, sino a la manera en que se mantiene fresco con sus 72 añazos, de los que dio buena cuenta en el concierto que dio en el Teatro Circo Price dentro del circuito de Inverfest. Con lleno hasta las gradas superiores y habiendo agotado todas las entradas, el concierto arrancó puntual y con ganas.
*Por cierto, gracias a Inverfest que nos consiguió un hueco para poder cubrir este y otros conciertos.
Pero a lo que vamos. Kiko Veneno nació en 1952 y, aún así, sigue hecho un chaval. Se nota en el ritmo de tocar, sin hacer largas pausas entre temas ni divagando con batallitas. Incluso, permitiéndose bailar en algunos temas mientras recorría el escenario. Además, su voz se mantiene impertérrita al paso de los años, pudiendo llegar sin problemas a notas altas y sin quedarse afónico a medio concierto. Destaca el trabajo de los técnicos de sonido que mantuvieron un equilibrio prácticamente perfecto entre intrumentos y voz sin llegar a opacarse ninguno de ellos.
¿Y el público disfruto del espectáculo? Por supuesto. Tocando un repertorio que arrancó con su guitarrita y pasando con exitazos con «Superhéroes de Barrio», «Autorretrato» o «Los Delincuentes». Cada tema arrancaba sonoros aplausos que reflejaban el gran cariño que se tiene por esta influyente figura de la música española que destaca por su estilo único que mezcla blues con rock y y toques de flamenco. Esta amalgama musical se acoplaba de manera sublime gracia al apoyo de la Banda del Retumbe, compuesta por Anabel Pérez (teclados), Jimmy Glez (batería), Wily Leal (voces y percusión), José Torres (guitarra), Álvaro Marabot (guitarra), Juan Ramón Caramés (bajo). Todos ellos ofrecieron un espectáculo que mantuvieron al público entusiasmado mientras dedicaban vitores y gritos de “maestro”, “artista” y “guapo” a un Kiko Veneno que de verdad se le notaba cómodo y disfrutón, lo cual se reflejaba en su música.
Y ante una comodidad de temas conocidos, el tema «Hambre» presentó un estilo disonante, casi terrorífico que impresionó a los allí presentes al ofrecer un espectáculo sonoro que rompía el molde con lo escuchado hasta ese momento, siendo bastante más impresionante en directo que en su disco. También hubo momentos para tocar en solitario con temas como «Mi Morena», donde pudo tener un momento más íntimo con su público.
Pero tras este impás diferente en lo musical. El propio Kiko decidió ponerse un poco más rockero con temas como «Veneno», «Olivia» o «Echo de Menos» para encauzar la recta final del concierto. Uno de los momentos más emotivos llegó con «En un Mercedes Blanco», coreada por todos los allí presentes, todo ello combinado con la química entre el artista y sus músicos, dando un final impecable a una noche perfecta.
Pero, no hay concierto sin bis. Faltaban dos de sus temas más representativos. El primero fue Joselito, con un tono de humor y celebración con la gente bailando en sus asientos y disfrutando del broche de plata del espectáculo. Y digo de plata, porque el broche de oro lo puso con «Volando Voy», tema archiconocido al que se unió el mismísimo Tomasito que saltó al escenario a bailar con flamenca soltura mientras la canción estiraba los estribillos en una noche que nos hubiera gustado que fuera interminable.
Con este concierto, Kiko Veneno reafirmó su estatus como una leyenda viva de la música española. Su capacidad para salir al escenario para ofrecer un espectáculo a la altura y su conexión con el público hacen de cada actuación una celebración única. En el Teatro Circo Price, Madrid se rindió una vez más a su arte.
Crónica por: Guillermo Rodríguez
Fotos por: Mario Tote
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