Que si un disco nuevo de reinterpretación de antiguas canciones que desbanca en ventas a Alejandro Sanz, que si tour de regreso por España y Latinoamérica, que si “sold out” de dos noches en el Wizink Center…
En fin, muchísimo se ha hablado de la reunión de La Polla Récords, y razones no faltaban, pero en detrimento de El Drogas. Claro, La Polla Récords siempre serán LA POLLA. Pero ese gran personaje llamado Enrique Villareal, alias El Drogas, si no el más alabado del rock estatal, es sin dudas de los más admirados, respetados y queridos del país. Un músico de lo más inquieto. Cuando estaba en Barricada sacaba tiempo para colaborar en otras historias musicales propias y ajenas o investigar a fondo la guerra civil española y la posguerra. Y después de Barricada se lo ha sabido a montar a su gusto, haciendo conciertos con lo más granado de la música y participando en proyectos solidarios como Motxila 21, entre otras actividades.
Obviamente, en el Wizink, Enrique tenía balas barrikeras para disparar: “Okupación”, “La silla eléctrica” o “Sofokao”, pero también tenía material más personal como la más reciente “En punto muerto” y la clásica “Empujo pa´ki”. Pronto se vió que El Drogas concedería un importante espacio para el recuerdo más personal en forma de canciones que miran a sus orígenes txantreanos, como “Bahía de Pasaia” o “Barrio conflictivo”, sin olvidar los clásicos éxitos como “Tentando a la suerte”, “Víctima” y “La hora del carnaval”, ni desdeñar las más recientes canciones en solitario “Cordones de mimbre” y “Come elefantes”. Además tuvo un acertado guiño a otras formaciones musicales en forma de formidables versiones con la contundente “Aprieta el gatillo” (temazo de los desaparecidos Cicatriz y revisitada por una gran multitud de músicos como el propio Evaristo Páramos) y “Frío” de Alarma.
Me gustó mucho también como interpretaron la ferocísima crítica a Cospedal y compañía en “Peineta y mantilla” para después atacar más hits barrikeros: “No hay tregua”, “Oveja negra” y “Todos mirando”. Acabando el concierto, Enrique aprovechó “Azulejo frío” para presentar a sus compañeros de banda: al bajo, Flako Txarrena; a la guitarra, Txus Maraví; y a la batería, Brigi, el malogrado frontman de Koma, con el que Enrique compartió unos momentos de percusión. Y como cabía esperar, la salva final en forma de regalo sonoro que es “En blanco y negro”, que todo el estadio cantó como una sola voz y se soltó con un “baile salvaje”. No pude por menos que sentir nostalgia por los grandísimos Barricada. Me gustaba más el Drogas de la melenaza larguísima y la camiseta de rayas, pero este Drogas de chaqueta, perillaza y pañuelico a la cabeza tiene energía para dar y tomar. ¡Bravo, bravissimo, Enrique!
A la media hora, se apagaron las luces y las pantallas gigantes mostraron una cruz cristiana que echaba a arder mientras se oían cantos de gregoriano de fondo. Deliciosamente blasfemo antes incluso de empezar el concierto. Los móviles ya estaban registrando todo cuando Evaristo entonó el “Salve”. Tras esta y sin pausa, atacaron “Memoria de muerte”, la sexpistolera “Así es la vida”, durante la cual Evaristo se encasquetó una txapela que le debieron lanzar unos seguidores, “Lucky man” que cantó y bailó con ganas todo el mundo, “Nuestra alegre y juventud” y “El suicida”. Huelga decir que Evaristo está en plena forma y no para de exhibir sus bailes, saltos y gestos burlones.
La siguiente tanda estaba formada exclusivamente por las canciones más antiguas del “conjunto”, como suele decir Evaristo: “Chica yeyé”, “Los 7 enanitos” con la caja de la batería sonando bien fuerte, “Delincuencia” y “Come mierda”. El sonido de La Polla Récords no fue tan brillante como el de El Drogas, y se oía demasiado la voz de Evaristo sobre los instrumentos. Una pena, porque los cinco músicos estaban haciendo un excelente trabajo, si bien Evaristo hace el papel adicional de frontman magistralmente. Siguieron con la reciente canción “Ni descanso ni paz!”, la celebrada “Mai generasion”, “Igual para todos”, “Que turututú”, “Vuestra maldición” y “Balada inculta”. Parando unos instantes, siguió “Gol en el campo”, perfecta canción para que la coree todo el Wizink a pleno pulmón, “Hoy vamos a explicar la palabra feo”, la rápida “Tú alucinas”, “Eutanasia”, “El congreso de los ratones” y el desenfreno dionisíaco que desata el himno “Txus” siempre que ha sonado.
Tras “Txus” se hizo una larga pausa, como si se dividiera el concierto en dos. Daba tiempo a descargar las vejigas, pero aún quedaban muchas balas polleras por disparar sin tregua: “Europa”, “Mundo cabrón”, “Ciervos, corzos y gacelas”, la animada versión que hicieron de The Boys “First time” rebautizada como “El avestruz” y claramente mejorada, y con la más reciente “A tu lado”, la gente siguió el ritmo con las palmas. Otra pequeña pausa y otra ráfaga más con: “Radio crimen”, “Punkyfer”, “Los monos” y la trepidante “Porno en acción”; pero aún faltaban las que todo seguidor espera con ansia, el lote de “Ellos dicen mierda” (daba pena la gran cantidad de gente que grababa con el puto móvil esta canción en vez de disfrutar del momento), “No somos nada”, “Socios a la fuerza” y “La solución final” para terminar.
Antes de los calculados temas que servirían (solo aparentemente) de bises como insistencia del amable público que pide más y más, en las pantallas se podían ver las portadas de los diferentes discos de La Polla. Un momento… Un autohomenaje nostálgico a su dilatada carrera, selfies de los asistentes para enseñar a los “amiguis” lo chupilerendi que se lo pasan en el concierto, grabar el concierto en el móvil, camisetas desde 20 pavos… No sé si será todo esto muy punk, pero eso sí, no se puede negar que divertido el concierto estaba siendo un rato largo.
Pero, no se vayan todavía, aún hay más: “Carne pa la picadora”, “Iván” (que para mi gusto era la única que sobraba del “En tu recto”) también cayó, la archiconocida “Cara al culo”, “Toda la puta vida igual” y para terminar como traca final: “La justicia”, “La llorona”, las habituales en los conciertos de Gatillazo “Johnny” y “Odio a los partidos”, y la “refinitiva”: “Así casca la basca”. A la canción cuarentaypico se hizo la luz y todo el mundo fue despejando el Wizink. En resumen: nos llevamos buenas sensaciones de haberlo pasado de puta madre y muchas ganas de repetir conciertazos del año como estos. LPR y El Drogas forever.
Crónica por: Miguel A.R.
Fotos por: Vicente Díaz