Una nueva edición del Alma Festival se celebraba estos días en Madrid, con una selección de artistas nacionales e internacionales, cuyas actuaciones se convierten en experiencias inolvidables que alimentan el alma y despiertan los sentidos, como describen en el slogan de dicho evento. Para nosotros Deep Purple destacaban por encima de todos.
Posiblemente, el marco del Auditorio del Parque Enrique Tierno Galván, junto al del Real Jardín Botánico Alfonso XIII, sean dos de los mejores recintos rodeados de naturaleza, donde poder disfrutar de un buen concierto cuando las temperaturas suben en la capital. Su construcción en forma de anfiteatro aprovechando la gran depresión del terreno y sus gradas de hormigón y cubiertas de césped, garantizan la buena visibilidad desde cualquier parte, para las 10.000 personas aproximadamente que tiene de capacidad. Si a todo esto le unimos el gran sonido, en un escenario que contaba con una gran pantalla en la parte posterior y otras dos en los laterales, se daban todos los condicionantes para el deleite de cualquier melómano.
Deep Purple, cuyo origen se sitúa en 1968 en la localidad inglesa de Hertford, son uno de los tres grandes pilares del rock británico, junto a Black Sabbath y Led Zeppelin, sobre los que se cimentaron las bases para el posterior desarrollo del hard rock y el heavy metal, hasta como lo conocemos hoy. Tras varias etapas, con múltiples cambios de músicos; unos por desavenencias, otros por explorar diferentes caminos o por fallecimiento, la banda sigue manteniendo el pulso y permanece de plena actualidad con el que será el vigésimo tercer disco de su carrera “=1”, que se publicará el próximo 19 de julio. Este curioso título simboliza la idea de que en un mundo cada vez más complejo, todo se simplifica eventualmente para llegar a una esencia única y unificada.
A las 22 horas, con exquisita puntualidad británica y tras la intro con “Mars the Bringer of War”, el primer movimiento de los siete que consta la suite orquestal de ’The Planets’, del compositor Gustav Holst, salían los componentes de Deep Purple al escenario. Al frente el vocalista Ian Gillan, el bajista Roger Glover y el batería Ian Paice, único miembro original y los tres pertenecientes a la mítica y más exitosa formación del Mark II, junto al guitarrista Ritchie Blackmore, que abandonó la banda en 1993 y al teclista John Lord, que falleció en 2012. Completaban la formación el teclista Don Airey, que colaboró con Gary Moore, Rainbow, Ozzy Osbourne o Whitesnake entre otros y el guitarrista y cantante Simon McBride, que pasó por Snakecharmer, Sweet Savage y mantiene su carrera en solitario. Se incorporó en 2022 para sustituir a Steve Morse, que decidió retirarse para poder a cuidar a su mujer diagnosticada de cáncer.
Arrancaban con el mítico y frenético “Highway Star”, del imprescindible «Machine Head», que llevaba unos años retirada del repertorio y que nació en 1971, en un viaje de la banda en autobús a Portsmouth cuando un entrevistador les preguntó como se componía una canción de rock. Improvisaron un riff y una letra y la tocaron esa misma noche en el primer concierto de la gira, aunque una versión más corta de la actual. El solo de guitarra es uno de los mejores de la historia según la revista guitar world y el de teclados está inspirado en la música de Bach. Gillan lógicamente cantaba unos tonos por debajo, pero la arrolladora instrumentación que mantiene este grupo seguían impactándonos.
Si hay algo que no podemos reprochar a Deep Purple es que sean acomodaticios y tiren únicamente de su rico y clásico muestrario, porque en su repertorio van encajando con naturalidad sus nuevas composiciones. “A Bit on the Side”, era la primera de las que iban a caer de «=1» y aquí ya pudimos apreciar la elegancia y la clase de un guitarrista como McBride, con personalidad propia y del que por cierto recomendamos encarecidamente su último trabajo en solitario «The Fighter”, que se publicó en 2022.
El teclado de Airey nos introducía en “No Need to Shout”, el único corte que iba a sonar de «Whoosh!», prosiguiendo con “Into the Fire”, la primera pieza y la mas pausada y breve que iba a caer del trascendental disco «In Rock», considerado por la revista Rolling Stone como uno de los primeros discos de heavy metal. Al terminar, Mcbride inició un pequeño solo para que Gillan recuperara fuelle, ya que entre él y Airey le hicieron muy bien las coberturas para que pudiera tomarse sus descansos en momentos puntuales.
El épico “Uncommon Man”, fue el elegido para representar «Now What?!?», donde el Hammond de Airey soportaba un gran peso con esa larga intro y con el ritmo que marcaba, recordándonos al maravilloso trío Emerson, Lake & Palmer.
A pesar de los problemas físicos de Gillan, que se encuentra justo de voz y que en algún momento se sentó al lado de la batería de Paice, desde la que llegó a tocar la pandereta, hay que valorar su esfuerzo para seguir ofreciéndonos su característico timbre de voz, pues no le podemos pedir que se acerque siquiera a esos agudos que le encumbraron, teniendo en cuenta que en agosto celebrará su 79 cumpleaños.
Llegaba después otra de sus grandes composiciones como “Lazy” del «Machine Head», la columna vertebral de su show, junto con «In Rock» y su nuevo trabajo, que nos mostró los senderos del rhythm and blues por los que se desenvolvían en su época inicial. De este último vendría después el excelente “Portable Door”, primer adelanto que nos dejaron y que respira a clásico desde el primer momento, ya con la impronta y el sello de Mcbride en un memorable solo.
“Anya”, que según nos explicaba Gillan refleja las sensaciones cuando ves de frente a una mujer maravillosa, surgía del álbum «The Battle Rage On», último que grabó Blackmore con Deep Purple. Un pequeño solo de teclados de Airey, que cumple estos días 76 años, daba paso a “Bleeding Obvious”, el último tema nuevo que nos presentaban y que iniciaba Macbride con un fantástico riff de guitarra.
Por supuesto que no podemos olvidarnos que la base rítmica de Deep Purple, formada por el maestro y referente para muchos bateristas, Ian Paice y el sobrio y eficaz Roger Glover, que no hace ruido pero que marca muy bien el compás a la banda, son una de las más sólidas y duraderas de la historia del rock. Impresiona ver su nivel de concentración para interpretar esos temas que no son precisamente acomodaticios.
Y que decir de “Space Truckin’”, cuyo estribillo fue inspirado en la serie de televisión Batman. Se trata de un tema muy exigente sobre todo a nivel vocal y un gran desafío al que Gillan se enfrenta en la actualidad, pero que sabemos agradecer por el esfuerzo que representa.
Finalizaban con el que es uno de los grandes himnos de la historia del rock y uno de los mas versionados, que nos cuenta la historia del incendio del Casino de Montreaux en diciembre de 1971. Aunque hemos escuchado infinidad de veces “Smoke on the Water”, hacerlo siempre delante la banda que lo ha creado, tiene un componente extra y emocional, pasando a la historia además por contener uno de los riffs más sencillos y más rápidamente identificables.
Para los bises Iban a rematar su repaso al «In Rock» con un no muy habitual “Hard Lovin’ Man» y un espectacular final con “Black Night”, que curiosamente sólo salió en single en 1970 y se incluyó mas tarde en la edición del vigesimoquinto aniversario del disco. Entre medias nos obsequiaron con la adictiva “Hush”, una canción escrita y compuesta por el americano Joe South para Billy Joe Royal en 1967, que en los directos da mucho juego por la participación del público coreando el famoso “na, na, na, na, na, na, na” y que nos ofreció un vibrante duelo entre Macbride y Airey.
Cada uno echamos en falta alguna canción seguramente, en mi caso “Perfect Strangers”, pero claro para dejar cabida a las nuevas hay que retirar algunas fijas de los últimos tiempos. Me parece muy respetable y además es una apuesta valiente por parte de un grupo veterano defender sus nuevas composiciones.
Nadie sabe hasta cuando se alargará la vida de una formación que ha dejado grabada su trayectoria con letras doradas en la historia de la música, entrando merecidamente en 2016 en el Salón de la Fama del Rock and Roll, pero si siguen disfrutando como esta noche, lo harán hasta que su salud se lo permita y para goce nuestro. Lo cierto es que la entrada de Simon Mcbride ha sido una gran bocanada de aire fresco con una admirable adaptación, sabiendo que la sombra de Blackmore y Morse es bastante alargada, mientras que los cimientos del Mark II se mantienen y el gran Airey aporta un gran peso específico. Si Gillan causara baja, Glenn Hughes sería una opción mas que adecuada para sostener este gran legado, pero como no tenemos la bola de cristal, esto es no deja de ser una mera conjetura.
Acudir a un concierto de Deep Purple para el que suscribe, siempre tiene un gran componente nostálgico y emocional, al ser su obra una gran compañera de viaje durante nuestra existencia y el citado “Smoke on the Water”, el primer tema de rock que escuché en mi vida a los catorce años.
Crónica por: José Luis Martín
Fotos por: Carlos Muiña
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