Siete y media de la tarde de un viernes: los alrededores del metro Tribunal de Madrid se llenaban de gente que esperaba para entrar en la famosa sala BUT. Dentro se preparaba lo que sería uno de los eventos musicales más esperados del fin de semana.
Con “Carnaval” comenzaba el concierto de Ebri Knight en una sala aún semivacía. Con las primeras canciones de la tarde los catalanes desataron el desenfreno que marcó el resto de la velada. Su último lanzamiento “Guerrilla” (2018) sonó mientras el lugar se llenaba poco a poco y se convertía en el salón de baile de una taberna irlandesa. Entre melodías asomaba un discurso reivindicativo contra la represión que sufre hoy la música.
Tras canciones marcadas por el compromiso social como “El pueblo unido” y algún que otro homenaje a Miguel Hernández (“Vientos del pueblo”) el conjunto abandonó el escenario dejando atrás una sala repleta de personas de todas las edades sudando emociones y sedientos de más fiesta.
El concierto de Talco estuvo plagado de momentos únicos y la complicidad entre el grupo y el público se palpaba. La gira de su nuevo disco “And the winner isn’t” (2018) pasaba por Madrid de casualidad y consiguió un sold out y una ampliación de fecha. El aforo completo era evidente: no quedaba sitio para no bailar.
Dieron comienzo al bolo con “Onda inmobile” y la noche continuó con temazos tan icónicos como “St Pauli”. En mitad del concierto los italianos hicieron un parón para dar paso a Diego, componente de Ebri Knight, que quería pedir matrimonio a su novia. La celebración fue un gran pogo al ritmo de “Bella Ciao”.
A pesar de un sonido que a ratos dejaba que desear, la energía del conjunto era la protagonista del concierto. Ritmos de batería que evolucionan a través de una misma canción y unas líneas de vientos solemnes e impecables (ejemplo de ello es “Avatar”) son la esencia del disco que ese sábado se celebraba. Tanto Rizia (trompetista) como Tuszia (saxofonista) danzaban por el escenario sin parar animando al público y espectacularizando hasta la última nota.
Al principio de “La danza dell’autunno rosa” Rizia subió a una chica del público a bailar con ellos que les acompañó durante toda la canción y que fue la primera de muchos en subir a participar en el espectáculo.
“Matematica idea”, “Domingo road”… Los temas se bailaban sin tregua uno tras otro, tanto que el público terminó invadiendo el escenario hasta el final del concierto. Por mucho esfuerzo que hicieron los guardias de seguridad para mantener a la gente alejada, controlar la situación fue imposible. La música, una vez más, ya había convertido un evento en una sensación de euforia imparable.
Texto por: Irene Bezares
Fotos por: Raul G. Barbero