Luz Casal lleva casi un año y medio promocionando su último disco, “Que corra el aire”; el de su tan comentado regreso al rock. Y Cultura Inquieta no quiso dejar pasar la ocasión de tenerla en su décima edición.
El título de este último trabajo de Luz Casal, aparte de la historia que se cuenta en esta canción, puede aplicarse a lo que se dice después de superadas muchas otras circunstancias y adversidades de la vida. Como la constante e incansable lucha contra el cáncer que mantuvo la coruñesa hasta vencerlo en varias ocasiones. Y es que la vida de Luz Casal siempre se ha caracterizado por la lucha. Empezando por la que mantuvo desde el principio por abrirse camino en un mundo altamente dominado por hombres como es el del rock, todavía más en sus inicios en los años setenta del siglo pasado.
Luz Casal desde siempre se ha caracterizado por luchar por la igualdad de las mujeres. Ha sido una de las pioneras de la lucha feminista en este país. Como muestra, en este concierto dedicaría “No me importa nada” a las mujeres.
Además, siempre que tiene ocasión reivindica a mujeres que, como ella, han sido destacadas figuras de la música popular española. De forma que en su último disco ha incluido una versión de “Amores”, de Mari Trini, quien en 1971 publicó “Yo no soy esa”, canción adelantada a su época en España y tan representativa de la lucha feminista que fue elegida para anunciar las actividades de la jornada del 8 de marzo de 2016.
Pues en Getafe esta noche Luz Casal ofrecería “Lo eres todo”, compuesta por Carmen Santonja (integrante del dúo Vainica Doble y compositora) y “que hacía muchos años que no la cantaba”.
Durante los primeros minutos del concierto interpretaría temas de su último álbum, respetando rigurosamente el orden en que aparecen en él: “Que corra el aire”, “Miénteme al oído”, “Días prestados”, la emotiva “Lucas” y “Volver a comenzar”; los cuales ya eran bien conocidos por los asistentes.
Hay una serie de canciones que siempre están en su repertorio porque no pueden faltar en ninguna de sus galas, como son “Un pedazo de cielo”, “Un año de amor”, “Plantado en mi cabeza” y “Entre mis recuerdos”. Esta última la cantaría dándole un ritmo mucho más pausado del que estamos acostumbrados a escuchar en la versión grabada.
Cuida mucho los detalles, ya que a lo largo de esta gira ha ido variando los arreglos de algunas canciones según iban pasando los meses, de forma que quien la haya ido a ver con cierta asiduidad siempre ha encontrado alguna novedad en su música. También varía las transiciones musicales durante las que sale del escenario a cambiarse de vestuario. Vestuario que renueva convenientemente con el paso de los conciertos.
También pudimos ver el momento, ya clásico, en que el público, a petición suya, canta eso de “quiero ver el rojo del amanecer”. Algunas noches hasta lo organiza de forma que divide al público en dos zonas para que primero lo cante una mitad y, a continuación, la otra.
Prueba de su vitalidad y entrega sobre el escenario son los frenéticos bailes que se marca en determinados temas, sus juegos levantando el pie de micro más arriba de su cabeza y el rapidísimo movimiento a uno y otro lado de su melena, que conforman las características situaciones de sus actuaciones, demostrando que a su edad todavía mantiene intacta la energía y vitalidad que poseía cuando, por ejemplo, acompañó de telonera a Miguel Ríos en la multitudinaria gira de “El rock de una noche de verano” allá por 1983.
Si en aquel entonces el granadino había alcanzado la cumbre de su carrera, ahora es Luz Casal la que lleva ya bastantes años siendo la Jefa del rock en castellano, más aún después de su último disco, el cual ha llegado tras muchos años de ininterrumpido reconocimiento internacional, incluso por sus interpretaciones de otros estilos musicales. Reconocimiento este que le llegó hasta de países de habla no hispana.
Para lograr la excelencia en la música que ofrece, se hace acompañar por grandes y reconocidos músicos en sus giras. En ésta concretamente, por Tino Di Geraldo (batería), Peter Oteo (bajo), Jorge Fdez Ojea (guitarra), Borja Montenegro (guitarra) y J. M. Baldoma (piano y teclados). Los tres primeros vienen siendo habituales en su banda desde hace ya unos cuantos años.
Como es lógico, siempre hay muchas mujeres que asisten a los conciertos de Luz (“Vamos dejando huellas que otras podrán seguir”); pero también, parejas de todo tipo. Todos se identifican con ella, su música y, sobre todo, con sus letras. Su público se las sabe al dedillo y las canta de corrido. Aunque sin grandes voces ni aspavientos, tan solo de forma que puedan ser oídas por su pareja o sus acompañantes.
Sus letras calan hondamente entre sus seguidores porque estos ven reflejados en ellas sus sentimientos, pasiones, anhelos y desencantos… Les tocan la fibra porque con las letras de las canciones de Luz consiguen poner palabras tanto a sus amores desenfrenados como a sus desengaños o desesperanzas. Además de que siempre ha trabajado con grandes compositores, ella lo da todo en cada interpretación. No se reserva un ápice de intensidad cada vez que canta. Por eso dejan tan honda huella sus canciones.
Acabaría el primer tramo con “Loca”, cantada por todo el público, y con “Rufino”, su canción rockera más conocida y la mejor manera de terminar una gala de forma trepidante y desenfadada.
Para el bis saldría con un espectacular y elegante vestido rojo, acompañada únicamente por Baldoma, el pianista, en compañía del cual cantaría la antes citada composición de Carmen Santonja y Gloria van Aerssen, e incluida en “Como la flor prometida”, trabajo de Luz publicado en 1995.
Pese a ser su última obra un disco en el que regresa al rock, también incluye ritmos caboverdianos como los que se pudieron escuchar a continuación en “Morna”, llegando a confesar que es una de sus canciones favoritas de este álbum. También explicaría que morna viene a significar melancolía. O bien, morriña, palabra tan gallega…
Como el público estaba muy a gusto y no parecía tener intención de irse bajo ningún concepto, añadió: “Pues entonces voy a sacar las plumas”. Y se puso una boa blanca alrededor del cuello para cantar “Días felices”. Y con esta canción daría por finalizado el concierto bajo la cariñosa y prolongada despedida que le dedicó el satisfecho público congregado en la explanada John Lennon de Getafe.
Crónica y Fotos por: Luis Miguel del Campo