El grupo madrileño Escombros saltó puntual a las tablas de la Penélope a las 20:30, hora prevista del comienzo de su actuación para empezar con “Como la otra vez”. Suena bien esta banda de rock and roll directo de voz aguardientosa, aunque se ven herméticos, demasiado centrados en sus propios instrumentos y estáticos. Además el batería Fede ubicado en la esquina derecha del escenario, estaba un poco alejado de sus compañeros de grupo. La banda se vale de pequeños altavoces de calidad que microfonan para amplificar su volumen. Atacaron con “Chino” y “Seguidilla” y antes de la siguiente canción, el cantante y guitarrista Miguel agradeció la asistencia y se apagaron las luces para la ejecución de “Grunge”.
A la rápida batería que introduce “Higo”, canción de tintes surferos, le siguieron el resto de instrumentos a la misma velocidad. Este tema arrancó más aplausos del público, que para entonces ya había ido rellenando la pista de la sala formando un aforo generoso que no quiso perderse la actuación de Escombros. Tras interpretar “Comunidad” agradecieron a la gente “que les echó un capote” y después de los temas “Plástico” y “Pimiento”, aunque la banda se declaró no muy seguidora de las versiones, se lanzaron a tocar “Quiero bailar rock and roll” a modo de homenaje a Siniestro Total y Manolo Tena con su propia fórmula de hacer música. Añadieron “Humilde opinión” y dejaron para el final la canción más marchosa del repertorio de Escombros, irónicamente titulada “La calma (Tranquilamente nervioso)”. Nos quedó la impresión de que la música de este cuarteto es un punk rock interesante que puede dar mucho más de sí en directo si sus integrantes se dejan llevar más por sus emociones y le ponen un poco de agresividad en las próximas presentaciones.
Se apagaron las luces y en la oscuridad de la sala Penélope comenzó a sonar la música de entrada de la serie “Corrupción en Miami”, tal y como se oye al comienzo del disco en directo “Ante todo mucha calma”, y los Siniestro, que se habían subido a las tablas de la Penélope entre fervorosos aplausos y gritos de júbilo de los seguidores, pegaron el guitarrazo del último acorde de “Corrupción en Miami” para atacar justo después “Dile adiós al rock and roll” y “La paz mundial”. La formación actual de Siniestro Total, la más duradera en la historia de la banda, vestía elegantes trajes, más propios de un formal grupo de jazz que de un gamberro grupo punk.
Un monólogo de Julián Hernández hablando del lugar donde se enclavaba la sala Penélope y de la tierra de Galicia, sirvió para presentar “Miña terra”, canción especialmente bien recibida por la sala. En la ejecución de “Country and western” se pudo apreciar mejor el sonido del sonido del saxofón de Jorge Beltrán, mientras que se hacía bastante difícil para cualquier asistente a la sala no unirse al tarareo sesentero de “Emilio Cao” con la fuerte percusión de Ángel González.
Otra charla de Julián sirvió de entrada para la rocanrolera “Fuimos un grupo vigués”, que caldeó más el ambiente de la sala. Siguieron con el rock and roll de “A poco más (de metro escaso)” durante la cual, a Julián Hernández se le rompió la cuerda más gruesa de la guitarra. Cambiada la Gibson azul por una Fender Telecaster dorada, interpretaron la celebérrima “Camino de la cama”, y con la pegadiza guitarra de Javier Soto y la armónica inicial de Julián Hernández sonó otro pegadizo y muy esperado tema: “Ay, Dolores”. Hablando de la doble personalidad de Ignacio González presentaron otra canción del “Sesión vermú”: “¿Quién vengo siendo?”. Y para la interpretación de una de las últimas canciones, “Black Jack”, el saxofonista se empleó en la utilización del teclado. También muy celebrada por la sala fue la bailable “Cultura popular”.
Dejando de lado otros temas antiguos más recurridos, ST tocaron “Keke Rosberg”, para la que se pidió la colaboración del público que debía simular con Hernández el sonido de un bólido de carreras. No podía faltar el material más reciente, la canción que le da título a su último trabajo, “El mundo da vueltas” un vinilo del que sólo se han sacado 600 copias en vinilo de 10 pulgadas y otro tema de este último disco, la insinuante “Paseando sobre el agua” con teclado incluido. Siguió una muy tranquila ejecución de la conocida “Diga qué le debo” y en palabras de Hernández, cómo está muy mal hablar mal de los demás y es preferible hablar bien de sí mismos tocaron “Del muslo de Júpiter”. Deshabilitada de todo sustrato heavymetalero también sonó el “Vamos muy bien” de “Fortu, ese poeta” que Siniestro llevaran a su propio terreno hace muchos años, en esta ocasión con saxofón incluido. Cantada por el bajista Óscar Avendaño, “Tumbado a la bartola”, al tiempo que Soto y Hernández movían los mástiles de sus guitarras al mismo compás. Agregaron otras dos canciones del último disco: de rabiosa actualidad, sobre la corrupción que nos asola sonó “Todopoderoso” con Julián tocando sin púa; y con Javier manejando el slide, “Pequeña serenata nocturna”. Más formal que en su versión original, Hernández cantó “Yo ya fui a Cangas del Morrazo”, mientras que en el estribillo duro de “Los putos amos” me recordó la voz de Lemmy.
“Cuánta puta y yo qué viejo” abrió la tanda final de himnos de siempre del grupo, la irreverente “Ayatollah” de la primera época desató los escasos pogos que hubo en el concierto, la animada “Quiero bailar rock and roll” continuó la excitación por los viejos temas y aunque Julián Hernández la cantara con algo de desgana dando patadas al aire “Bailaré sobre tu tumba”, sigue emocionando. La nueva versión de “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?” se aleja de la más acelerada interpretación original, y cuando sonaron los primeros acordes de “Somos Siniestro Total”, ya todo el mundo debía de imaginarse que se trataba de la traca final.
Si esperabas ver a los Siniestro Total de la era “Ante todo mucha calma” con Miguel Costas te ibas a llevar la sorpresa de que aquí el rock and roll más trallero había bajado revoluciones para sonar más limpio y relajado. Es más, ahora ST se encuentran en las antípodas del sonido de la época de “¿Cuándo se come aquí?”. No, Siniestro Total suenan a lo que quieren sonar Siniestro Total: un rock and roll más tranquilo, con una lírica más elaborada que antes, aunque la mala leche siga latente en sus textos. Si querías hacer el punki haciendo pogos en la pista con las canciones de los primeros ochenta te ibas a llevar un chasco, pero las caras de atención de la pista de la Penélope no dejaban lugar a dudas. Todos sabíamos qué clase de Siniestro Total iba a sonar esa noche y no defraudaron.
Crónica por: Miguel A.R.
Fotos por: Luis Miguel del Campo